El Tema

La habitación de las discordias sigue abierta

Recuperamos un tema escrito hace cerca de veinte años que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue vigente, y, estoy seguro, que seguirá así durante unos cuantos años más.

La habitación de las discordias sigue abierta

Nos encontramos en la habitación, habitualmente en la denominada salón. Mas que una enfermedad es una plaga. Emponzoña el aire y llena de tensión y malestar nuestras almas. No podemos escapar de ella porque está en todas partes y a todas horas. Invade el receptor (me refiero al televisor) y se adueña de nuestras vidas.

Los niños y adolescentes quedan marcados y su formación se resiente, llenando de posos turbios la senda que deben recorrer en su proceso educativo. Es como una droga que nos aturde y, ¡que paradoja!, despierta nuestros instintos más infames, los que nos convierten en personajes despreciables. Sus bravuconadas sólo tienen una razón de ser, su certeza de revertir en prebendas que se acompañan de suculentas concesiones dinerarias.

El televisor está ahí

Si conectamos nuestro televisor, están ahí. A todas horas. Repitiendo lo de la tarde o de la noche anterior o lo de hace una semana, o transmitiéndonos, con su verborrea imprecisa y huérfana de eufemismos, sus nuevos insultos e improperios.

Son personajes que se han subido a la palestra para mostrarnos su zafiedad, sin escrúpulos. El dinero, el único motor, incentiva sus actuaciones. No les importa lo que dicen o como lo dicen, ni la persona o personas a las que zahieren, sólo les interesa llenar, hasta que reviente, su faltriquera, podrida y llena de odio y estupidez.

Y nosotros, ilusos e incautos, adornamos nuestras vidas con el desatino y el desprecio, porque los escuchamos y hacemos caso de lo que cuentan. El mundo está perdido. Los valores personales se diluyen sin alcanzar su fin, que es llenar de humanismo nuestra existencia.

No todos los programas televisivos, ni los canales de televisión, son así. Pero no sé por qué son muchos los que se apuntan a esta bazofia, tal vez debido a que los humanos nos dejamos subyugar por la morbosidad. ¿Cuál puede ser la solución? Solo hay una: dejar de ver los programas citados. Si no tienen espectadores, tendrán que cambiar el guión, pasar de lo vulgar a lo imaginativo. Pero no confiamos en que el plante se lleve a cabo.

Conclusión

Lo anterior lo escribí hace ya cerca de veinte años en los Foros de Batiburrillo, ya desaparecidos hace algún tiempo. Fue escrito el uno de octubre del año 2003 pero, lo dicho, sigue en vigencia. Si conectamos nuestro televisor y atendemos a lo que se dedican determinados programas, veremos que lo dicho sigue estando ahí a pesar de los años transcurridos.

Está claro que los únicos culpables somos nosotros (no me incluyo en la lista porque no veo estos programas habitualmente, solo de manera ocasional), porque seguimos pulsando el botón del mando que nos activa el canal. Si no fuese así, si no existiese ese interés, todo estaría muerto.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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