El Tema

Una biblioteca universitaria fue evacuada al confundir el olor de una fruta podrida con un escape de gas

Confundir el olor a fruta podrida con un escape de gas no es muy frecuente, pero en algunos casos es posible. Averigua por qué.

Puede tener su gracia, de hecho la tiene. El olfato se confunde muchas veces. Lo que no tiene mucho sentido es que sean varias las personas que cometen un fallo en la identificación de un determinado olor. Eso fue lo que ocurrió en la biblioteca de una universidad australiana, tal como nos cuentan en MFB. Todos los que se encontraban dentro del recinto fueron evacuados al confundirse el olor de una fruta podrida con un escape de gas.

Se envió un aviso a los bomberos de Melbourne, que de inmediato llegaron al campus de RMIT. Ocurrió el pasado sábado, tras detectarse, como hemos indicado, una fuga de gas. La policía evacuó, con fines preventivos, a un total de 500 estudiantes y profesores. Hay que prevenir antes que lamentar.

Como podéis leer en el título de la noticia que indicamos en el primer párrafo, Rotten afternoon on campus (Tarde podrida en el campus), la Brigada Metropolitana de Bomberos explicó como, tras llevar a cabo un exhaustivo examen del lugar, descubrió que el olor no provenía de un gas de origen químico sino del que emitía una fruta en estado de descomposición. Se trataba de el durián, la fruta más apestosa del mundo.

Se trata de una fruta de forma puntiaguda (tal como se puede ver en la imagen que incluimos en este artículo), de olor picante, algunos dicen que huele a animal muerto. Se vende en grandes cantidades en muchos mercados y mercadillos del sudeste asiático, y a pesar de que su consumo es muy grande, la mayoría de los turistas la consideran como incomible. Algunos se atreven a decir, «es como comerse una crema de vainilla en una letrina, y su olor se puede describir como excremento de cerdo, barniz y cebollas, todo mezclado con un calcetín sudado«.

En la universidad australiana algunas de las porciones de esta fruta habían quedado guardadas en un armario y se habían podrido. El olor despedido se transmitió a través de las conducciones de aire acondicionado y llegó a la biblioteca. Lo que ocurrió a continuación ya lo hemos descrito.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.