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El sobrino de Quique San Francisco

Seguimos con el humor. Cuando es imaginativo, mejor que mejor. Cuando no cae en la vulgaridad, estamos encantados. Quique San Francisco, se aprovecha de una circunstancia, el ir a buscar a su sobrino a la escuela, para ir desgranando sus ideas sobre lo que se cuece en esta santa institución. Lo que nos cuenta está un poco pasado. La escuela ya no es así, es peor. ¿Conjuntos en matemáticas? ¡Menuda aberración! ¿De quién fue la idea de incluir este concepto y todo lo que trae consigo en las tiernas mentes infantiles? Por fortuna, los escolares de hoy, no saben de que va, porque nadie les habla de esos entes abstractos. ¿Latín? ¿Griego? Ya han muerto definitivamente, o están a punto, en fase terminal. ¿Hay algún estudiante de hoy que sepa lo que es una sinalefa? En mis tiempos si que lo sabíamos, a pesar de todos los pesares. La escuela ha cambiado como todo, pero… ¡Escuchemos a Quique San Francisco!

Quique San Francisco

El otro día tuve que ir a recoger a mi sobrino al colegio. Y me quedé alucinado. ¿Se han fijado en cómo salen los niños de la escuela? Es algo espeluznante. Salen despavoridos, corriendo en cualquier dirección, como endemoniados, empujándose y gritando… como huyendo de algo, que piensas: ¿qué les harán ahí dentro?

Yo recuerdo que de pequeño no salía del colegio de esa forma tan violenta. Francamente, yo la mayoría de las veces… ni entraba. A mí me decían:

– Enriquito, si quieres ser un hombre de provecho, vas a tener que estudiar un poco más. Y yo les decía:

– Vale, pero si no quiero serlo, ¿puedo seguir como hasta ahora? Pero a ellos les da igual, te cargan con un mochilón… ¡así de grande!, y te dicen que todo eso te lo tienes que meter en la cabeza…¡Pero qué empeño en meterme cosas en la cabeza! ¿No se dan cuenta de que no cabe? Además, en el colegio se aprenden muchas cosas inútiles. Por ejemplo: ¿para qué se tiran tres meses enseñándote a diseccionar una rana?… Coño, ¡que te enseñen a pelar una gamba! ¿Y las matemáticas? Para empezar, te enseñan los conjuntos: estaban los conjuntos conjuntos y los conjuntos disjuntos. Muy bien, me ha sido muy útil en mi vida saber esto. Ahora, el que cambió mi vida fue el conjunto vacío: le enseñaba las notas a mi madre y ella me decía:

– Enriquito, ¿y este cero en matemáticas…?

– Mamá, no seas antigua, esto no es un cero, es un conjunto vacío.

Luego te enseñan a sumar, restar, multiplicar, dividir.. Y dices: «Ahora me enseñarán a pedir un crédito en el banco…» Pero no. Lo que te enseñan es la raíz cuadrada… ¡Ay, amigos! ¡Qué gran tema la raíz cuadrada! ¡Lo bien que me ha venido a mí saber calcular la raíz cuadrada…! Sin ir más lejos la he usado… nunca. Francamente, ¿a ustedes no les parece que ha llegado el momento de plantear este asunto al Gobierno? La raíz cuadrada tendría que ser voluntaria, como la mili.

Y luego llegaba el profesor y decía:

– Chicos, os voy a poner unos problemas.

Pues… cojonudo. Llevo una mochila de ocho kilos, me llaman Carabesugo, me roban el bocadillo… ¡Y encima viene este tío a ponerme más problemas!

Y dictaba:

– Si Pedrito tiene seis manzanas, viene su hermana y le quita dos, viene su primo y le quita otras dos y luego el perro se come una… ¿Cuántas manzanas tiene Pedrito?

– Pues no lo sé, pero, francamente, si quiere mi opinión… Pedrito es gilipollas.

Otra cosa que te enseñaban era el latín y el griego, las lenguas muertas… ¿A ustedes les parece bien que les enseñen lenguas muertas a los niños? ¡Con razón por la noche no pueden dormir!

¿Y la sinalefa? ¡Eso tiene que ser una guarrada! Yo me negué a estudiarla… Y hablando de cochinadas: también te enseñaban los gases nobles… Mire usted, a mí me parece muy bien que los nobles se tiren sus gases como todo el mundo, ¿pero es necesario estudiarlos?

La clase de música… Muy bien, en casa no te dejan gritar ni jugar al balón en el pasillo, pero puedes soplar la flauta hasta que se te salgan los higadillos. Y tu madre ni mu… Total para aprender a tocar «Debajo un botón, ton, ton…»

Por no hablar de la clase de gimnasia… ¿De qué te va a servir en la vida saber dar una voltereta? ¿Y saltar el potro? ¿Se imaginan que en un debate entre Aznar y Zapatero, Aznar dijese: «Señor Zapatero, usted va a subir las pensiones y va a bajar la gasolina, pero, ¿sabe saltar el potro…? Déjese de demagogias… Salte el potro señor Zapatero, salte el potro».

La única vez que yo estuve atento en el colegio fue cuando explicaron la reproducción humana. Aunque tampoco me sirvió de mucho: primero te hablaban de un guisante… después de unas abejas que salían de su colmena y llevaban el polen por ahí… Y luego te enseñaban unos dibujitos de una pareja en pelotas… Que yo pensaba: «¿Y aquí quién de los dos tiene el guisante…?» Pero ahí no se acababa el follón, porque yo sabía que había una cosa que se metía en algún sitio… Y además estaba la cigüeña… Con lo que me fui a mi casa pensando que la reproducción humana consistía en que una cigüeña metía un guisante en una colmena y una abeja lo esparcía… Muy bien… Yo no quiero molestar, pero entonces, ¿para qué me sirve a mí la polla?

En fin, amigos, que según lo que nos enseñaban en la escuela, un hombre de provecho es un tío que habla lenguas muertas, come guisantes, da volteretas y toca la flauta… ¡Coño, este tío es Kung Fu!

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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