Sociedad

¿Por qué sentimos vergüenza cuando estamos desnudos?

Exponemos un tema iniciado por Carlos Alberto Carcagno en el mes de junio del año 2006 en los desaparecidos Foros de Batiburrillo. El mismo añadió un comentario, y otro usuario escribió el punto y final.

Este es un tema que resulta un verdadero misterio para mí; no tengo ninguna explicación satisfactoria. A mi edad, con algunos kilos de más y la «pancita» o el abdomen distendido, seguramente movería a risa si apareciera por ahí como vine al mundo. Esto podría justificar mi vergüenza actual, pero no la de los dieciocho años. (Dicho sea de paso, el abdomen se distiende después de los 40, aún en personas que no están fuera de peso, debido a que disminuye la calidad del sueño y, por ello, se produce menos hormona de crecimiento, responsable de la tonicidad muscular. Para tener los abdominales duros, después de los 40 hay que «matarse» haciendo cientos de ejercicios desagradables)

Este fenómeno de la vergüenza está presente hasta en las tribus primitivas que viven en total desnudez, solo que disfrazada bajo otras conductas. Una vez leí un libro que hablaba de las tribus del Amazonas (ya no recuerdo su título y autor -quizás: «Más allá del Río Das Mortes»-). El libro contaba la historia de un predicador que estaba entre unos indios completamente desnudos. Había una joven india que, al parecer, perturbaba la castidad del predicador, porque este hombre hacía lo imposible por convencerla de que debía vestirse. La india seguía desnuda, como todos. Una mañana, la chica salió de su choza desnuda como siempre, pero, al ver al predicador, entró corriendo en su morada visiblemente perturbada; de la misma manera que le pasaría a una mujer de nuestra civilización si la sorprendiéramos en cueros. El predicador creyó que por fin había entendido que debía vestirse. Pero no poca sorpresa le causó verla salir de nuevo tan desnuda como antes y totalmente despreocupada. Después de esto, el hombre comenzó a pensar qué había visto al principio y qué después. Por fin, se dio cuenta de que la primera vez la india había salido desnuda y sin un collar; cuando volvió a salir, tenía el collar puesto. De tal forma, el collar cumplía de alguna forma con lo que en nosotros hace la ropa.

Es un tema que parece trivial, pero puede dar luz acerca de cosas muy profundas de nuestro ser. Si hay alguien que tenga alguna idea al respecto, es bienvenida.

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Escrito en diciembre del mismo año 2016 por Carlos Alberto

Cuando le comenté a mi terapeuta (lacaniano) que había escrito una pregunta acerca de la razón por la que sentimos vergüenza cuando estamos desnudos, me dijo que había tocado un tema «central» en la que pocos se atreverían a dar una respuesta. Él tampoco terminó de decir nada categórico.

Por lo que creí entender, parece que no es la desnudez en sí, sino cierta exposición tal cual somos, con total desprotección con respecto a los demás. La ropa, el collar, el talismán, constituyen una barrera que «nos protege de» (de los demás). Pareciera que el temor es estar «desnudos» pero no físicamente, sino tal cual somos frente a otros. No dejar secretos, no ocultar debilidades ni aristas desconocidas con las cuales obtener cierta línea de defensa.

Observen que habría que dejar al menos ciertos misterios. Nadie cuenta absolutamente todo, ni a su pareja, ni a su mejor amigo, ni a Dios, ni a sí mismo. [«Hombre, conócete a ti mismo»]. Parece que hasta nos protegemos de nosotros mismos. ¿De nuestra acusadora conciencia?

Pero es un parecer nomás. ¿Alguien se atreve a revelar el misterio?

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Punto final escrito por Susalo el mismo día

Yo creo que no es tanto vergüenza como miedo. Me explico, cuando uno está desnudo, es más vulnerable, puesto que no tiene forma alguna de ocultar un arma. Y aunque la mayor parte de nosotros no se pasee normalmente con una pistola en el bolsillo, el inconsciente conserva esa sensación de indefensión al no poder hacerlo.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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