Una ciencia para comprender la Naturaleza
La Física está ahí desde el origen de los tiempos, pero el hombre la fue conociendo con el transcurrir de los años, a pesar de los fenómenos naturales que se asientan en la ciencia.
No es difícil imaginar cómo, en los albores de la humanidad, el hombre se vería sorprendido por fenómenos naturales a los que era incapaz de encontrar explicación: la maravilla de una noche estrellada, la imponente grandiosidad de una tormenta o la espectacularidad del arco iris serían probablemente muchos de los fenómenos que admirarían e intrigarían a nuestros antepasados.
Esta admiración se convertiría pronto en reflexión, mediante la cual el hombre intentó encontrar una explicación lógica a tales fenómenos, y así, mezclada con la filosofía, nace lo que hoy conocemos como Física.
El interés por la Física no se apoya únicamente en el ansia por saber qué caracteriza al hombre, sino que entronca también en otras necesidades más materiales. En efecto, desde el comienzo de su historia, el género humano comprendió que, si era capaz de desentrañar el origen de los fenómenos naturales en los que vivía inmerso, podría manejarlos con facilidad logrando, gracias a ellos, ayuda para sus trabajos y defensa ante sus enemigos.
Así, la Física va creciendo y extendiéndose de forma progresiva, proporcionando al hombre un conocimiento cada vez mayor del mundo que le rodea y unas posibilidades que hacen que su vida sea cada vez más cómoda y segura.
En la actualidad, la Física ha encontrado ya respuesta a prácticamente todos los interrogantes que antaño se hacía el hombre, y también ha dotado a éste de instrumentos y sistemas que han modificado su vida hasta extremos que solamente hace unos años serían inimaginables.
Hoy sabemos casi perfectamente de qué están constituidas todas las cosas, conocemos la evolución de nuestro Universo casi desde el mismo momento de su formación y dominamos los distintos fenómenos naturales de tal forma que podemos trasladar sin ningún esfuerzo pesadas cargas de un extremo a otro de la Tierra, del mismo modo que, por desgracia, somos también capaces con nuestras armas nucleares de acabar varias veces con todo vestigio de vida en nuestro planeta.
Pero si hemos llegado ya a un conocimiento tan exacto de la Naturaleza, ¿por qué existen en la actualidad más físicos que en ninguna otra época?, ¿qué están haciendo ahora los físicos en sus laboratorios?
Como en el resto de las disciplinas científicas, cuanto más se profundiza en los problemas que plantea la Física, mayores son los interrogantes que aparecen y más las posibilidades de aplicación que los nuevos descubrimientos traen consigo.
Así, por ejemplo, la estructura de la materia se asemeja a una de las típicas muñecas rusas que, al abrirlas, nos muestran en su interior otra nueva muñeca de menor tamaño. Descubierto el átomo, aparecieron nuevos componentes concentrados en su núcleo, pero a su vez estas partículas están formadas por subpartículas en una sucesión a la que de momento no parece verse fin.
Del mismo modo, conforme somos capaces de alcanzar temperaturas más extremas, aparecen nuevos comportamientos en la materia que suscitan más y más interrogantes.
Los meteorólogos descubren el movimiento de grandes masas de aire que nos rodean y los geofísicos conocen cada vez mejor las entrañas de la Tierra, encontrando a cada paso nuevas preguntas y presuntas aplicaciones prácticas que harían variar muchos de los problemas que actualmente encuentra la humanidad.
Por otro lado, muchos de los nuevos descubrimientos obligan a la revisión de algunas teorías existentes, lo que confiere a la Física un carácter de ciencia viva en continua renovación.
Así, la Física, como una inmensa tela de araña, se va extendiendo día a día, enunciando nuevas teorías y desentrañando cada vez con mayor profundidad todos los secretos que posee el mundo en que vivimos, lo que nos proporciona también un mayor número de aplicaciones prácticas que continuamente hacen más cómoda nuestra existencia.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Los caminos de la Física. Publicado en el año 1981
Autor: Pedro Puigdoménech Rosell