
Los seres vivos son máquinas que se autorreproducen, como ya fue opinión de los filósofos mecanicistas del siglo XVII y hoy lo es de casi todos los biólogos. Los avances espectaculares
de la Biología confirman continuamente el «reduccionismo», o sea, la idea de que los fenómenos vitales se reducen a fenómenos fisicoquímicos. Todos los días se descubren las bases moleculares de fenómenos biológicos hasta hace poco incomprensibles.
Desconocemos, desde luego, los mecanismos de las actividades superiores del cerebro, como la consciencia, y ni siquiera comprendemos el funcionamiento completo de los sistemas nerviosos más sencillos. El cerebro humano ha realizado hazañas inesperadas, como las grandes creaciones artísticas y científicas, que desbordan con mucho las exigencias de la supervivencia diaria.
Las capacidades del cerebro
Pero la capacidad del cerebro no es ilimitada y puede que algunas cosas complicadas, como el funcionamiento del propio cerebro, queden fuera de su alcance. Si así fuera, el reduccionismo estaría condenado para siempre a tener lagunas, no porque la vida fuera inexplicable totalmente en términos fisicoquímicos, sino por nuestra propia limitación mental.
Una de las mayores hazañas recientes del cerebro humano es el reconocimiento de la identidad fundamental de composición y funcionamiento de todos los seres vivos y su origen común por evolución.
La autorreprodución en los seres vivos
La característica esencial de todos los seres vivos es la autorreproducción. El diseño de un autómata autorreproductor implica tres elementos indispensables: un programa o un conjunto de instrucciones que dirigen el funcionamiento del aparato; una máquina copiadora del programa, para preparar las copias del programa que habrán de llevar los autómatas-hijos; y una máquina ejecutora del programa, para llevar a cabo el montaje de los autómatas-hijos, si dispone de las piezas y la energía necesarias.
Todos los seres vivos tienen, en efecto, un programa materializado químicamente en ácidos nucleicos. Las máquinas copiadora y ejecutora están compuestas principalmente por proteínas.
La reparación en los seres vivos
Además de los componentes esenciales convendría que el autómata fuera capaz de repararse y mantenerse así mismo, fabricar las piezas necesarias, Obtener energía, alterar el curso de la fabricación según requieran las circunstancias externas y regular con precisión todas las operaciones.
La gran mayoría de los seres vivos incluyen en sus programas instrucciones para éstas y otras actividades, que también son llevadas a cabo principalmente por proteínas.
Finalmente, los seres vivos ensayan continuamente nuevos modelos. Los programas no se copian siempre en forma absolutamente exacta. Aparecen así variantes que, a través de la selección natural y otros procesos evolutivos, aseguran continuamente la mejor adaptación de los seres vivos a los ambientes que les rodean.
Las proteínas y su razón de ser
Las proteínas son grandes moléculas formadas por la unión en cadena de otras moléculas más pequeñas, llamadas aminoácidos, acompañadas a veces de otras moléculas. En las proteínas se encuentran usualmente veinte aminoácidos distintos.
Lo esencial de cada proteína es su secuencia de aminoácidos, que determina la forma espacial y las posibilidades funcionales. Algunas forman parte de estructuras celulares y no parecen tener más exigencias que encajar bien con las vecinas, como los ladrillos de un muro.
Otras muchas son como máquinas-herramientas, capaces de llevar a cabo funciones muy concretas con asombrosa eficacia. Entre ellas están las enzimas, que aceleran espectacularmente las reacciones químicas y aseguran así el incesante metabolismo característico de la vida.
Las proteínas y sus funciones biológicas
Todas las funciones biológicas son ejecutadas o bien por proteínas o bien por otras moléculas que han sido fabricadas por proteínas. Incluso los aminoácidos y otros componentes de las proteínas son fabricados por proteínas.
La secuencia de aminoácidos que compone cada proteína está determinada, sin embargo, por un gen, que es un fragmento del ácido nucleico que compone el programa genético del ser vivo.
No se sabe cuántas proteínas distintas se encuentran en el cuerpo humano. Algunos creen que solo unas diez mil, otros, que varios cientos de miles.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Nuestros genes. Publicado en el año 1981
Autor: Enrique Cerdá Olmedo