El sargento estaba desesperado. No era capaz de colocar aquel pequeño grupo de soldados para que desfilasen en filas iguales, con el mismo número de hombres en cada una. Si los colocaba de tres en tres le sobraba uno. Si lo hacía agrupándolos de dos en dos también le sobraba uno. Y si los distribuía de cuatro en cuatro, que casualidad, le sobraba uno.
El soldado Roberto Barrigón, famoso por su poca afición al ejército, le dijo al sargento: «Colóquenos de cinco en cinco». «¡Cállese!, – respondió irritado el sargento – ¿quién es usted para indicarme lo que tengo que hacer?»
Pero Roberto tenía razón. A partir de ello, ¿podrías decirme cuántos eran los soldados que tenían que desfilar?
Eulogio, hice la colimba en Rosario y el 3 de feb de 1974 desfilamos a las 3 de la tarde en San Lorenzo no te imaginás como se cain los colimbas, con casco de acero como cinco horas abajo del sol, porque en el ejercito estas todo el dia al pedo, pero temprano. Cuando tuvimos que desfilar eran como dos hileras que faltaban de los que se desmayaron.