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El «hacker del amor» entre los más buscados por el FBI

La recompensa por su captura asciende a 50.000 dólares. El protagonista se llama Carlos Enrique Pérez – Melara, un salvadoreño de 33 años de edad. No se trata de ningún asesino, tampoco ha cometido abusos sexuales ni nada que se le parezca, su crimen es haber creado un programa espía que vende a todos los que sospechan que su pareja les es infiel. Hasta ahora todos los que se encontraban en esta situación, hombres y mujeres, contrataban, si disponían de medios económicos, a un detective privado, y no pasaba nada. Pero el spyware está penado por las leyes de Estados Unidos.

¿Cómo actuaba el «hacker del amor»?

Sus actuaciones eran (y siguen siendo) las típicas, las que vemos todos los días y sufrimos en nuestros ordenadores al abrir un mensaje de correo infectado, un mensaje que nos invita al disfrute gratuito de un regalo envenenado. El tal Carlos Enrique enviaba a la pareja del que se sentía engañado una tarjeta virtual, que iba acompañada de un programa espía. Las víctimas que abrían la tarjeta quedaban atrapadas, su ordenador se infectaba con un troyano, que, entre otras acciones, se dedicaba a robar todas las contraseñas de acceso a diferentes cuentas: correo electrónico, redes sociales, bancos… y todo lo que se tercie. Además, el programa, era también capaz de detectar las pulsaciones de teclado, capturando las palabras escritas. Todos los datos recabados eran enviados a los que se habían puesto en contacto con Pérez – Melara, el hacker del amor.

El "hacker del amor" entre los más buscados por el FBI

Aunque el autor del troyano lleva bajo busca y captura más de 8 años, desde 2005, aún no ha sido localizado. Se sabe que fue visto por última vez en San Salvador. Ahora el FBI ha decidido ponerlo en su lista de delincuentes más buscados. Está en el top 10 de los reclamados por la agencia federal americana.

Nota: He obtenido la información para escribir este artículo en Le Figaro

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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