El verano está a punto de terminar, y la piscina aún está llena de agua. Han bajado notablemente las temperaturas, el frío otoñal ya salpica nuestra piel. La lluvia nos advierte de que el próximo día 21 comienza el otoño. Esta mañana salimos con el paraguas colgado del brazo y lo tuvimos que abrir en un momento de nuestro paseo, cuando un suave «calabobos» intentaba mojarnos.
Ya se han alojado en la zona de los recuerdos aquellos días de calor, aquellos momentos en los que muchos disfrutábamos bañándonos o paseando al lado del mar. Algunos también se refrescaban sumergiéndose en las aguas de la piscina montada en el jardín o en el campo próximo a su casa.
Lo normal, lo habitual, lo que hace todo el mundo (o casi todo) es vaciar la piscina de lona plastificada utilizando los métodos tradicionales, quitando el tapón que permite fluir sin sobresaltos el agua hacia el exterior. Pero no todos somos iguales, hay muchos chalados sueltos, como el protagonista del vídeo que os ofrecemos, que, estoy seguro, tiene alojada la destrucción en uno (o más) de sus genes.
¿Cómo se le habrá ocurrido hacer lo que hizo, destruir una piscina con el único fin de hacerse notar, de mostrar a sus nietos de lo que es capaz y mostrarlo a los ojos de todo el mundo a través de YouTube?
Lo peor del asunto es que el chaval y la cría adopten el modelo de actuación y lo empleen en otras acciones. Todos sabemos que la diversión es buena, que actúa como reconstituyente, pero que se deben respetar una serie de principios, algo que el individuo del sombrero no tiene en cuenta. ¡Así somos (solo son algunos)!