Juventud mitificada falsamente en un contexto dominado y regido por los adultos han sido los dos aspectos fundamentales considerados hasta ahora en este planteamiento general, del que hablamos a continuación. Añadamos uno más: el desarrollo físico y psíquico del joven en un medio semejante hasta que asume los roles del adulto o tiene lugar el rechazo parcial o total de los mismos.
Es este un punto que podemos abordar hoy con garantías de lograr un análisis correcto, gracias al desarrollo de la psicología como ciencia. Sin embargo, no es ésta una publicación de temática psicológica, por lo que su consideración se realiza solo en la medida que contribuya a esclarecer la comprensión de los problemas juveniles.
Cambios ligados al crecimiento
Existen, en primer lugar, unos cambios físicos que se inician con la pubertad y que suponen, ante todo, una maduración sexual, en cuyo balance definitivo juegan factores individuales, como hormonales, nerviosos y psicológicos, y también culturales.
Tal vez, desde el punto de vista de los cambios físicos, el papel predominante lo juega el cuerpo como entidad conjunta, por la múltiple gama de posibilidades que de la aceptación al rechazo puede adoptar el adolescente a medida que se abre paso su configuración física definitiva.
La gran preocupación es que esa imagen inmediata que de sí adquiere el joven tenga una valoración y una aceptación por parte de los demás, lo que supone la adecuación a la normativa social existente al respecto. La seguridad y la identidad de sí mismo estarán en el joven en relación muy estrecha con ese factor.
Surge el alejamiento
A partir de entonces, el joven experimenta un distanciamiento respecto a los padres y a cuanto representan, a veces con desplazamiento afectivo hacia otros objetos, y un repliegue sobre sí mismo. En una fase posterior se abrirá a más amplias perspectivas, que implican la amistad, el amor y la preocupación, incluso el compromiso, por la realidad social circundante.
La dinámica sexual y afectiva, a la par que la integración de las tendencias afectivas en la personalidad y el desarrollo del pensamiento hipotético-deductivo, constituyen hitos importantes en el desarrollo del joven y explican, en gran parte, actitudes, frustraciones y el talante general, de adaptación, crítico, de rechazo, con que se enfocará la asunción de los diferentes roles sociales encomendados para los adultos.
La influencia de las sociedades
Característica importante de este paso decisivo es el progresivo retardamiento y el cariz difuso con que se produce en nuestras sociedades. Antes, y en los pueblos primitivos actuales, algún rito de iniciación marcaba perfectamente el paso de la juventud a la madurez.
En la sociedad post-industrial cada vez son mayores los requisitos de preparación exigidos a nivel profesional para desempeñar un trabajo, lo que a fin de cuentas constituye el hecho que marca de un modo real y efectivo la incorporación a roles adultos. Se produce así un desfase evidente entre la maduración de la personalidad en unas esferas y la imposibilidad de hacerlo en esta otra en tanto no se normaliza la situación laboral.
Como, además, el ritmo de desarrollo físico y psíquico se acelera, el período entre la plenitud a la que el joven estima haber llegado y el momento en que puede hacerla efectiva, es mayor y aumentan, por consiguiente, las tensiones y rechazos hacia una sociedad que niega tales potencialidades.
Conclusión
Incluso podríamos precisar que estas actitudes ofrecen una más acusada virulencia en los jóvenes procedentes de la clase burguesa, provistos de medios económicos y posibilidades intelectuales mayores, lo que les permite una conciencia más exacta de una situación rechazada e involuntaria, que se prolonga mucho más que en el obrero joven por el mayor período que dura la dependencia económica respecto a la familia. La crisis actual ha extendido, sin embargo, a los sectores de obreros jóvenes la ambigua y desesperante realidad.
Fuente: Bajo el signo de la juventud de Temas Clave, escrito por José Luis L. Aranguren, y publicado en el año 1982.