El Tema

No voy a convertirme en anacoreta

Lo he pensado en más de una ocasión: irme a vivir a un lugar inaccesible. Tengo (tenemos) motivos para ello. Al final, a pesar de los razonamientos previos, he tomado la decisión de no irme.

No voy a convertirme en anacoreta

Como sabrás, cuando hablamos de anacoreta habitualmente nos referimos a una persona, hombre o mujer, que vive aislada de la comunidad, o a la que renuncia a los bienes materiales, y también, en el caso extremo, al que se aleja del mundanal ruido y se retira a un lugar solitario con el fin de dedicarse a la oración, a la penitencia y a lo que se tercie.

Visto lo visto, el mundo en el que nos ha tocado vivir, en donde los políticos (gobernantes y opositores) y los banqueros nos hacen la vida imposible, haciendo que, desde hace ya tiempo, cada día nos despertemos con el susto en el cuerpo. Y ya no digamos lo que nos está haciendo el SARS-CoV-2. Por ello estoy valorando el convertirme en anacoreta del tercer grupo, de irme a vivir a la cima de una montaña o, tal vez, de un árbol.

¿Anacoreta o no?

Llevo algún tiempo estudiando las consecuencias que puede traer consigo mi decisión, los pros y los contras. Opino que los españoles en general y los gallegos en particular vivimos sometidos a los dictados de personas que solo persiguen su beneficio propio, personas que además no son capaces de arbitrar soluciones, a pesar de todo lo que nos están diciendo día a día, a una crisis en la que, además de los desajustes económicos, tampoco se vela por la educación en valores.

Nuestros gobernantes toman decisiones (si es que toman alguna) equivocadas, que solo conducen al desastre, porque no son capaces de ajustarse a la realidad y se someten a los dictados de los poderosos, y a su beneficio propio. Estas decisiones, como siempre ocurre, afectan intensamente a los más débiles. Y eso me enerva, como a muchos de vosotros, a la mayoría.

Conclusión

Tenía enormes dudas sobre la toma de la decisión. No sabía en dónde iba a colocar mi cuerpo. No me apetecía subirme a un árbol, por lo que cuando vi la fotografía que os ofrezco justo debajo de este párrafo ya no tuve dudas. Ahora solo tengo un problema, que no sé en donde se encuentran esas estilizadas torres naturales. Cuando lo averigüe me dedicaré a la meditación y a la vida contemplativa, me convertiré en anacoreta.

Picos escarpados

ACTUALIZACIÓN: Lo he estado pensando y al final me he vuelto atrás. Considero que mi decisión era cobarde, que no puedo abandonar a mi familia y a mis amigos. No puedo dejar de conversar, de escribir en Batiburrillo.net, de exponer mis ideas y mis críticas. Ya no tengo dudas, no me voy a a convertir en anacoreta.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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