La comida había sido muy buena. Las copas de champán aún estaban llenas y el café humeaba en los «pocillos». Aurelio llamó la atención de todos y los desafió a que resolviesen un problema. Colocó encima de la mesa cuarenta y ocho bolitas que había hecho con miga de pan, y dijo:
– Hay que distribuir estas bolitas en tres montones diferentes, de manera que se cumpla lo siguiente: si del primer montón se pasan al segundo tantas bolitas como hay en éste, luego del segundo se pasan al tercero tantas como hay en el tercero, y, por último, del tercero se pasan al primero tantas como hay ahora en el primero, el número de bolitas que habrá en cada montón es el mismo. ¿Cuántas bolitas habrá que colocar en cada montón al principio?