El pintor noruego Edvard Munch vivió una infancia y una juventud marcadas por la enfermedad, la obsesión religiosa y la muerte. Una muestra fehaciente de ello es lo que se desprende de su obra más conocida, El Grito. Munch nos explica como se gestó: «Paseaba por un sendero con dos amigos. El sol se puso. De repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio. Sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza».
El Grito de Edvard Munch
Basándose en las palabras del pintor, Sebastian Cosor, ha elaborado dos vídeos que tratan de representar la gestación del cuadro. Aquí os ofrecemos el primero, el segundo es la versión invernal de la misma escena. Ambos son una recreación de lo que Edvard Munch contó.
Fuente | Kuriositas