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Viviendas de protección oficial

Eres joven. Quieres compartir tu vida con tu compañera. Necesitas en dónde. ¿Comprar un piso? Están carísimos y son enanos. Pero algo tienes que hacer. ¿Y si recurres al alquiler? Peor todavía. Si encuentras uno, está más viejo que el carracuca y encima tienes que pagar cada mes un ojo de la cara por el alquiler, una pasta por el agua, el gas, la electricidad… Y al final, nada es tuyo. Por lo menos, si lo compras, te haces propietario. Y puedes colocar panel sandwich para fachadas.

Carta emocionada, de Juanjo a Lola

Querida Lola:

No soy capaz de esperar a tu vuelta para decírtelo. Nos han concedido una VIVIENDA DE PROTECCIÓN OFICIAL de 30 metros cuadrados. Nos casamos, Lola ¡nos casamos! Te confieso que no es el piso en sí lo que me tiene loco, sino el pensar en compartirlo contigo.

He conseguido un plano y aquí me tienes, regla en mano haciendo cálculos. Mi madre dice que es pequeño. Ya sabes cómo son las mujeres de antes, y ella tiene hasta máquina de coser. Sé que espacio no nos va a sobrar, pero con ideas tampoco nos faltará. No compraremos la cama de Ikea de 1,80. Por más que mido no cabe, pero pensándolo bien, la de 1,05 es más íntima. Sé que a la larga una super-cama de 1,80 nos distanciaría.

Viviendas de protección oficial

Tampoco el piano. Tu hermano me lo ha medido y nos faltan 18centímetros, Pero en cambio en ese espacio encaja ideal el ordenador. Claro que sin piano no puedes dar las clases y ya contábamos con ellas para vivir, pero he pensado que puedes seguir dándolas en casa de tus padres. Seguro que ellos encantados de poder verte cada día.

Por cierto, tampoco encuentro lugar para todo ese tocho de temario de tus oposiciones, porque aunque había pensado que podías estudiar en la mesa del comedor, no puede ser. He elegido una abatible para que nos quepa el sofá, y si dejamos la mesa todo el día no podemos sentarnos, así que también tendrás que estudiar en tu casa. Será por poco tiempo, porque seguro que la oposición la sacas a la primera.

Yo dejaré en la mía los trastos de esquiar, las raquetas y los libros, porque aunque pensé en hacer un cajón bajo-cama que explicaron en Bricomanía, he desistido. Caber cabe pero no se puede sacar, porque por un lado se lo impide la pared y por el otro, el armario.

En cuanto a hijos, si el cielo nos bendice con alguno, tengo la solución. Ayer medí el recién nacido de mi hermana y tiene 50 centímetros escasos. Una cuna proporcionada nos cabe junto al sofá si quitamos la lámpara de pie y ponemos un aplique, y cuando descolguemos la mesa para comer, llevamos al niño a la ducha, que es un espacio desaprovechado porque sólo se usa unos minutos al día.

Lo que traeremos es el reloj de pared de tu abuelo ya que aunque no anda le tienes cariño. Le he encontrado un sitio genial: junto a la puerta de entrada. Le quitaremos el péndulo y utilizaremos el hueco como librería. He calculado que con una balda a media altura caben holgadamente diez libros y veinte CDs. ¿Ves como todo es cuestión de ideas? Selecciona nueve de entre tus libros. Yo me llevaré El Ulises de Joyce que lo he empezado veinte o treinta veces y nunca lo termino. Con él sé que tengo lectura para años.

¿A qué hemos nacido con suerte? Nos queremos, nos vamos a casar y, sobre todo tenemos piso, Lola, ¡tenemos piso! Ven pronto.

Te quiere, Juanjo.

Respuesta de Lola

Querido Juanjo:
No es por no ir, pero ir pá ná es tontería.

P.D. Finalmente prefiero seguir viviendo con mis padres y la casa la alquilamos a una familia de inmigrantes y con lo que sacamos nos pagamos el hostal los fines de semana para follar…Total, la convivencia es un asco.

Te quiere, Lola.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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