Sociedad

Los Gestos Incidentales, actos mecánicos con mensaje secundario

El rostro juega un importante papel en los Gestos Incidentales, pero hay más. A continuación mostramos estos Gestos que, como podréis descubrir, tienen en la mayoría de las ocasiones un fin predeterminado.

Los Gestos Incidentales, actos mecánicos con mensaje secundario

Muchos de nuestros actos son básicamente sociales porque se ciñen al cuidado personal del cuerpo, a su comodidad o a su transporte. Nos lavamos y peinamos con una gran variedad de toques, roces, enjuagues, frotes. Tosemos, bostezamos, estiramos los miembros, comemos, bebemos, nos acomodamos cruzando brazos o piernas, nos sentamos, nos echamos, nos ponemos en cuclillas, nos reclinamos, nos tumbamos, nos arrastramos, gateamos, corremos en diferentes formas y modos.

Pero aunque hacemos todas esas cosas para nuestro beneficio personal, a menudo no estamos solos al realizarlas y los presentes obtendrán de esos actos personales una gran cantidad de información sobre nosotros. No del hecho de que nos rasquemos porque algo nos pica, o corramos porque se nos hace tarde, pero sí de la forma en que lo hagamos deducirán nuestro tipo de personalidad y de que humor estamos en cada momento.

Transmisión de mensajes

Por cierto, que esa forma de manifestarnos es algo que con frecuencia nos gustaría esconder. A veces nos damos cuenta de que estamos descubriendo algo que pretendíamos ocultar (de nuestra personalidad en general, o de nuestro humor en particular), pero aunque nos esforcemos en ello, la mayoría de las veces el mensaje llega claramente a su destino.

He aquí un estudiante que apoya la cabeza en sus manos durante una clase aburrida. Como acto mecánico, el hecho de apoyar una cabeza cansada es un acto físico que solo concierne al estudiante. Pero al mismo tiempo, no puede evitar que sea un gesto que envía una señal visual a sus compañeros, y quizás al mismo profesor, anunciando que está aburrido.

Sobre los Gestos Incidentales

En cualquier caso, el gesto no es deliberado y quizá ni siquiera está consciente de que lo ha enviado. Si alguien le llama la atención, asegurará que está cansado, no aburrido, y solo en el caso de que sea realmente sincero, y mal educado, admitirá que cuando se está atento no se cansa uno, y que ningún maestro interesante produce pesadez de cabeza entre sus oyentes.

El maestro que en la escuela grita, «poneos derechos«, está pidiendo a la fuerza la postura atenta que tendría que haber ganado con una lección interesante. Es significativo, por lo que se refiere a mensajes gestuales, el hecho de que se sienta más atendido cuando ve a los alumnos con el busto rígido, aun sabiendo perfectamente que esa postura no se debe a lo que dice, sino a lo que ha advertido, no al interés por su charla, sino a su sentido de la disciplina escolar.

Muchos de nuestros gestos incidentales nos dan información sobre una disposición de ánimo que ni nosotros ni nuestros compañeros advertimos en forma consciente. Sentimos el estado de ánimo, pero no lo analizamos. A veces un acto de ese tipo resulta tan característico de una situación particular, que llegamos a identificar una cosa con otra, como cuando decimos refiriéndonos a un problema difícil. «Se va a tener que rascar la cabeza para resolverlo«, indicando que comprendemos la relación entre la duda y el gesto incidental de rascarse la cabeza. Pero, más a menudo, esto opera por debajo del nivel consciente o no se registra.

Cuando, por el contrario, la relación es clara, podemos manipular la situación usando el Gesto Incidental como arma. Si el asistente a la conferencia no se aburre, pero quiere insultar al orador, puede adoptar la postura anteriormente señalada sabiendo que el mensaje llegará a su destinatario. Podríamos llamarlo Gesto Incidental Utilizado, un acto mecánico aprovechado artificialmente como mensaje. Muchas de las llamadas fórmulas de buena educación entran en esa categoría, como cuando comemos con placer un plato de comida que no nos apetece solo para transmitir un signo de mensaje amable y agradecido a nuestro anfitrión.

Conclusión

Uno de los deberes que se imponen a los niños a medida que crecen es precisamente el de controlar sus Gestos Incidentales para ir adaptándose a las reglas de la sociedad en la que van a vivir.

Fuente: El hombre al desnudo de Desmond Morris. Publicado, en el año 1977, por Muy Interesante, Biblioteca de Divulgación Científica

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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